Humanos y Ciudades
10/30/2025


Me encanta cómo las personas ocupamos las ciudades.
¿Alguna vez te has parado a ver cómo podemos dar un nuevo concepto a una escaleras o a una fuente o a un trozo de césped debajo de un árbol?
La gente puede simplemente pararse en una esquina de una plaza con una copa de vino y hacer de ese lugar algo más íntimo, ya no es una fría esquina impersonal en una plaza donde la gente va y viene, es la mejor cafetería donde charlas con tus personas favoritas y el resto del mundo se diluye; o sentarse al lado del río sobre el frío cemento y dejar que el sol te acaricie y entonces ya no estás sentado en el suelo donde antes han pasado cientos de persona sino que estás en tu propio sofá en medio de la ciudad y ese espacio por un momento es tuyo y de nadie más.
Da igual si estás en otoño en Zürich en una tarde soleada y fría o en primavera en Madrid intentando alejarte del tráfico y del asfalto o en cualquier época del año al norte de África buscando una zona donde tu móvil tenga cobertura. Todo el mundo usa sus ciudades en su propio beneficio y ocupa los espacios según sus necesidades y anhelos. Solo humanos siendo humanos dentro de sus propias construcciones.
Y entonces me encuentro sentada en una silla en una plaza de Zürich al lado de un completo desconocido que simplemente está haciendo lo mismo que yo , osea nada, o todo a la vez...
"¿Puedo llevarme la silla?" - le dije.
"Creo que no puedes...están unidas... - me dijo el completo desconocido.
"Oh, no me había dado cuenta..."
Las sillas estaban unidas por una cadena. Miré a mi alrededor y todas las sillas que estaban distribuidas por la plaza estaban unidas por una cadena; de dos en dos o en grupos más grandes...
"Pero puedes sentarte, está libre" - me dijo.
"Ok...gracias" - me senté, me miró, me sonrió un poco ...le sonreí un poco. Y el completo desconocido y yo compartimos un trozo de la ciudad y de nuestras vidas por unos momentos.
"¿Vives aquí?" - me preguntó.
"No, no vivo aquí... Tú?"
"Sí, - me dijo - desde hace 35 años"
El era un señor de unos 75 años. Treinta y cinco años viviendo en la misma ciudad casi te hace nativo. Quise preguntarle dónde había vivido antes porque siento una extraña condición por saber pequeños detalles sobre personas que probablemente no volveré a cruzarme en mi vida...pero no lo hice...él solo estaba disfrutando de ese rato al sol en su silla. Igual que yo.
Y entonces pasa una cosa maravillosa y es que Zürich se puede convertir por un rato en Barcelona o en Londres.
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